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PRINCIPALES VICTORIAS

  • Ronde van Vlaanderen: 1986
  • Amstel Gold Race: 1990
  • Liège-Bastogne-Liège: 1988
  • Paris-Bruxelles: 1985
  • Tour de France: 2 etapas
  • Donostia Klasikoa: 1985
  • Paris-Tours: 1987
  • Cyclo-cross World Championships: 1996

 

OTROS RESULTADOS

  • Ronde van Vlaanderen: 1988 (3º)
  • Paris-Roubaix: 1986 (3º)
  • Liège-Bastogne-Liège: 1986 (2º)
  • Road World Championships: 1983 (2º)
  • Giro di Lombardia: 1985 (2º), 1983 (3º)

ADRIE VAN DER POEL (1959)

  •    Adrie van der Poel se impone en la Amstel Gold Race de 1990, última gran victoria que consigue en ruta: "Vuelvo del infierno, de un mar de dudas. Todo empezó en el Sun Tour del 88. Tuve problemas dentales y un virus me consumía. Godefroot decía que me entrenaba demasiado en invierno, pero es mi estilo. Soy profesional desde hace 10 años y me conozco bien. Sin ese virus todo habría sido diferente. El balance fue una horrible temporada 89, con abandono en el Tour. Sólo pude lograr una cosa: mi matrimonio. Acabo de comprar una casa en Bélgica, al lado de Anvers, y es ahí donde nos estableceremos. No está lejos de mis parientes y podré seguir entrenándome con ciclistas de alto nivel. Prepararse junto a gente así no se puede reemplazar.”


       En esos diez primeros años como profesional Adrie van der Poel destacó en carreras de un día. Parecía predestinado a triunfar en la París-Roubaix, pero tuvo que "conformarse" con vencer en la Clásica de San Sebastián, en el Tour de Flandes y en la Lieja-Bastogne-Lieja, por lo que estaba considerado como una de las vedettes del pelotón profesional. Sin embargo, sus primeros años como profesional no fueron un camino de rosas. En 1983 se impone en el Henninger Turm, pero es desposeído del triunfo por la existencia de estricnina en su orina, que Adrie achaca a la ingesta de pastel de carne de paloma adiestrada y contaminada. Vuelve a dar positivo con efedrina en un control realizado en febrero en la Semana Siciliana de 1984, y está a punto de abandonar la práctica del ciclismo profesional. Sus amigos y familiares le hacen recapacitar, y logra desarrollar una de las carreras más longevas de la historia del ciclismo. “Cuando mi médico belga me preguntó si quería una carrera corta o larga, creo que tomamos la dirección correcta. Nunca he jugado con mi cuerpo.” Esa carrera empezó en 1980, cuando Adrie van der Poel se rompe la clavícula en el Tour de Overijssel, carrera amateur disputada en primavera. Su madre preguntó a los ciclistas profesionales vecinos si conocían a un buen médico, y estos le recomendaron al doctor Derweduwen. Se recuperó y disputó los Juegos Olímpicos de Moscú, obteniendo la séptima posición, tras seis representantes de países del Telón de Acero. Al recordar sus primeros años Adrie reconoce que “yo fui un niño mimado. En un país en el que las granjas son normalmente pequeñas, yo era hijo de grandes granjeros, casi un hijo de ricos. Si hubiera fracasado en el deporte, la granja estaba allí para garantizar mi futuro.”


       Pasa a profesionales en el equipo DAF en 1981, y ya empieza a forjarse una fama de trabajador estajanovista. “No es un oficio que se pueda hacer al 80%. Yo intento hacerlo al 200%. Tengo una gran fortaleza física, una salud radiante, pero me falta lo esencial, la clase. Entonces debo compensarlo con trabajo y coraje. Me entreno más que los demás, me cuido y sigo al pie de la letra los programas de entrenamiento… Intento hacer mi oficio lo mejor posible. Apenas salgo de casa si no es para entrenar. La bicicleta no es sólo ir a entrenar, también hay que saber descansar, obligarse a quedarse tumbado varias horas día tras día tras los masajes, leyendo o viendo la televisión. Además, ganar las grandes carreras me motiva y es alentador para mí y para los otros saber que el trabajo da sus frutos y que gracias a él se pueden alcanzar grandes objetivos aunque no se tengan grandes cualidades naturales, innatas.” Uno de sus habituales compañeros de entrenamiento, Ludo Peeters, lo corroborará: “No conozco a ningún corredor que trabaje tanto como él, con tanto método, precisión, constancia. En cada salida en grupo es el primero en acudir, pero no hay un solo día del año en el que no salga. Si nieva o hace demasiado frío, nosotros nos quedamos en casa al lado del fuego, pero él hace como mínimo una salida de dos horas. Es admirable, probablemente no tenga tanto talento como muchos otros profesionales, pero tiene mejores resultados que la mayoría de todos ellos, y eso es verdaderamente extraordinario y meritorio. Y más aún en su esfera, la de las Clásicas, donde la competencia es enorme. No hay muchos ciclistas capaces de ganar las grandes vueltas, pero hay una multitud capaz de ganar una Clásica y por lo tanto es extremadamente difícil.” 

     

       Como escalador limitado, su interés no se centraba en las grandes vueltas por etapas. "Su cuerpo odiaba el Tour -dice su gran amigo y mentor Hennie Kuiper- y su mente se dio cuenta de eso muy pronto. Era un tipo nervioso y generalmente estaba exhausto después de unos diez días." 1986 es probablemente su mejor año. Ganador en Flandes, segundo en Lieja, tercero en Roubaix... “Sin embargo sólo he podido ser tercero en el Super Prestigio. Y lo mismo en la clasificación FICP-Vélo. Para mí es muy importante llegar a convertirme en el número uno, pero es muy difícil porque hay que ser muy completo para ello y yo no lo soy.”

     

       Tras un 1987 en el que debe contentarse con victorias menores, Adrie van der Poel tiene en mente tres objetivos para 1988: “Milán-San Remo, París-Roubaix y el Campeonato del Mundo. Puedo tener una oportunidad en la Milán-San Remo, porque puedo ganarla tanto atacando al final como en el esprint. Todo el mundo dice que es una carrera fácil, pero es justo lo contrario, es muy difícil. Hay que estar muy, muy fuerte al final, con todo el mundo a rueda, pero este año estoy en forma muy temprano.” Finalmente ese 1988 es coronado con una victoria en la Lieja-Bastogne-Lieja, lo que le permite abrir su mente a objetivos en terrenos que no parecían adecuarse a la perfección a sus características: “Siendo mis cualidades más aptas para los trazados poco montañosos, tras ganar en Lieja creo que en un buen día y con motivación puedo adaptarme a un tipo de recorrido como el del Giro de Lombardía. También me gustaría ganar un campeonato del mundo de ciclocross. He terminado dos veces segundo, en 1985 y en 1988, y es algo que se me ha quedado atravesado en la garganta. No hay que creerse todo lo que se escribe y se dice, y es falso que yo haga ciclocross como preparación para la ruta. Es una disciplina muy dura y muy noble y no puede ser considerada así. La practico por gusto y muy seriamente, y espero lograr la recompensa a mis esfuerzos y a mi trabajo.”

     

       Años después, siendo ya considerado  como el eterno segundo de la especialidad después de haber conseguido cinco medallas de plata, consigue imponerse en el Campeonato del Mundo de Ciclocross de 1996: "No veo qué satisfacción se puede tener por terminar segundo en los campeonatos del mundo, en el Giro de Lombardía, en la Flecha Valona o en los mundiales de ciclocross. La gente sólo se acuerda de las victorias. A pesar de ello esos segundos puestos nunca me han frustrado. Simplemente fue así, no hay que castigarse por ello. Mirándolo en retrospectiva no fue tan malo, estuve en la cima durante veinte años. ¿Quién puede decir eso?”

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