PRINCIPALES VICTORIAS
- Giro d'Italia: 1962, 1963
OTROS RESULTADOS
- Milano-Sanremo: 1965 (3º)
- Giro d'Italia: 1967 (2º)
- Tour de France: 1967 (3º)
FRANCO BALMAMION (1940)
“La tormenta de nieve que azotó el Rolle en el 62 detuvo la etapa allí, reduciéndola, y me hizo perder un Giro que yo merecía ganar. Quedé segundo. En San Pelllegrino habría podido vestirme de rosa, y fue lamentable porque yo tenía la fuerza para ganar el Giro.”
Imerio Massignan, febrero 2024
El 2 de junio de 1962 los participantes del Giro de Italia se preparan para la salida de la decimocuarta etapa, que se disputará en el corazón de los Dolomitas. 198 kilómetros con salida en Belluno y llegada en Moena. Atravesando una carretera en mal estado y con unas previsiones meteorológicas que anuncian lluvia, los ciclistas deberán ascender siete puertos de montaña: el Passo Duran (1601 metros), Forcella Staulanza (1773 metros), Forcella Aurina (1297 m), el Passo Cereda (1369), el Passo Rolle (1970 metros), el Passo di Valles (2033 metros), y el Passo di San Pellegrino (1918 metros). Un joven de 22 años planea alrededor de los primeros puestos de la clasificación general: Franco Balmamion. El Águila de Canavese, asalariado en la fábrica de Fiat, antes admirador de Gino Bartali, solicita una excedencia de un año en su trabajo y pasa a profesionales en 1961 con el equipo Bianchi, donde piensa que puede tener más oportunidades que en el San Pellegrino dirigido por el Fraile Volador. Con 21 años se asienta en el profesionalismo, y opta seguidamente por el equipo Carpano dirigido por Vincenzo Giacotti, que ya había dirigido a estrellas como Fausto Coppi o Ferdi Kübler en el final de sus carreras deportivas.
Esa mañana del 2 de junio Balmamion es vigesimoprimero en la clasificación, a más de trece minutos del portador de la maglia rosa, el belga del Faema-Flandria Armand Desmet. Cuando Desmet charla con sus compañeros de equipo antes de tomar la salida no se imagina que ocho de ellos abandonarán la carrera durante el trascurso de la etapa: Rik Van Looy, Marcel Ongenae, Jef Planckaert, Willy Schroeders, Edgard Sorgeloos, Piet Van Est, Martin Van Geneugden y Guillaume Van Tongerloo irán echando pie a tierra según va discurriendo la etapa por las carreteras italianas. Sólo el propio Armand Desmet y Huub Zilverberg conseguirán salvar el honor de la Guardia Roja.
Imerio Massignan y Charly Gaul son los favoritos. El italiano es séptimo a algo más de seis minutos de Desmet, y el luxemburgués es decimoprimero a casi ocho minutos. Los escaladores, tras varias etapas de montaña ya disputadas, no han conseguido distanciarse del compañero de Van Looy, que en la séptima etapa se vestía de rosa. La duda que recorre el Giro de Italia es saber cuándo tienen preparada la ofensiva… ¿Aprovecharán los Dolomitas o esperarán a las etapas finales en los Alpes para no dejar espacio para la reacción a corredores más completos como Desmet, Carlesi o Pérez Francés?
El barro y la lluvia ciegan a los corredores cuando, con las manos completamente entumecidas por el frío, diez de ellos descienden destacados el segundo puerto de la jornada, Forcella Staulanza: Angelino Soler, del equipo Ghigi, marcha en cabeza seguido a unos metros por la pareja del Molteni, Armando Pellegrini y Giuseppe Fallarini… Desmet les sigue, pero dos cambios de rueda y una caída le harán deambular con la mirada perdida por una travesía espeluznante que terminará con la pérdida de la maglia rosa y de 18 minutos. Baldini, Carlesi, Battistini, Nencini, Pérez Francés… Anglade… Meco circula con cuatro minutos de retraso… Más atrás se encuentra Defilippis… Charly Gaul, cuyo cuerpo se adaptaba como ninguno a las adversas condiciones climatológicas, entró en crisis y se refugió en un bar donde nadie pudo entender sus balbuceos desquiciados… Se llegó a ver fugazmente a Rik Van Looy caminar cuesta abajo para refugiarse junto a una veintena de corredores en una casa de campo. Son alrededor de 40 kilómetros de suave descenso. Hasta ese momento se había circulado por una carretera mezcla de hielo, barro, agua y baches, sorteando un riesgo demencial. Los ciclistas pasan por Selva di Cadore (Kilómetro 70), Alleghe (Kilómetro 86), Cencenighe Agordino (Kilómetro 95), y se dirigen hacia el tercer puerto de la jornada, Forcella Aurina. Había dejado de llover y se esperaba un cielo más indulgente. No fue así. Dieciséis ciclistas se habían reagrupado y comandaban la carrera: Baldini y Nencini, del equipo Ignis; Carlesi y Adorni, del Philco; Massignan, Battistini y Manzoni, del Legnano; Pérez Francés y San Emeterio, del Ferrys; Taccone, del Atala; Fallarini y Pellegrini, del Molteni; Meco, del San Pellegrino; Pellicciari, del Torpado; Anglade, del Liberia; y Van Tongerloo, del Faema-Flandria. A cuatro minutos y medio se encuentra Defilippis, con dos compañeros de equipo: Barale y Balmamion. San Emeterio y Meco atacan en la subida y cruzan por el alto con 1 minuto y 45 segundos de ventaja, iniciando el descenso entre ráfagas de fuerte viento, una espesa niebla y un violento aguacero. El director de la carrera, Vincenzo Torriani, se pone en contacto con el Comandante de la Policía que sigue el Giro. Después hace lo propio con el Presidente de la Comisión Técnica de la Liga Profesional, el señor Covolo. Son deliberaciones que devoran un tiempo que los corredores utilizan para subir el Passo Cereda. Los dos escapados coronan con 2 minutos y 16 segundos de ventaja e Inician el descenso por el valle de Cismon, camino de Tonadico (Kilómetro 136), desde donde los ciclistas deben afrontar la subida al quinto puerto de la jornada, el Passo Rolle, de 22 kilómetros de subida con pendientes medias del 5,7% y máximas del 11%. Las noticias telefónicas que Torriani recibe desde la cima son catastróficas: “Commendatore Torriani, por aquí nieva intensamente, no se ve más allá de diez metros y la carretera es prácticamente intransitable.”
La carretera del Passo Rolle se va sellando rápidamente con una nieve cada vez más espesa. Torriani informa que se suspenden los últimos 40 kilómetros de la etapa y no se subirá ni al Passo di Valles ni a San Pellegrino. La nueva meta será habilitada en la cima del Passo Rolle. Sólo restan cuatro kilómetros para la nueva llegada cuando el anuncio se oficializa y los corredores inician la batalla final con unas fuerzas casi inexistentes. San Emeterio sufre un pinchazo que aprovecha Vincenzo Meco para alzarse con la victoria a una media de casi 24 kilómetros por hora, atravesando una imponente descarga de nieve que también castiga al pasillo humano que se ha congregado en la cima del puerto. “Gasté mis últimas energías -dice el joven de 21 años- para llegar hasta aquí. Si la carrera hubiera continuado no lo habría logrado.” Seis corredores llegan casi tres minutos y medio después: Baldini, Massignan, Defilippis, Battistini, Taccone y Pérez Francés. El joven Balmamion cruza la meta a algo más de cuatro minutos. La confusión es enorme y la conmoción se apodera de todas las personas del lugar: los ciclistas no pueden enlazar dos palabras, están congelados y ni siquiera se pueden mantener en pie. Angelo Conterno se desploma en cuanto se baja de la bicicleta, Defilippis se queja de un dolor insoportable en las rodillas… Todos los ciclistas tienen que ser atendidos improvisadamente en los pequeños albergues de la zona donde reciben los primeros auxilios y las primeras bebidas calientes. La nueva maglia rosa, Graziano Battistini, se lamenta: “Han tomado la decisión demasiado tarde. Massignan y yo habíamos acordado atacar después del Rolle. Si hubiéramos conocido el cambio de programa habríamos anticipado nuestra ofensiva, porque los dos estábamos bien a pesar del frío.”
De los 109 ciclistas que iniciaron la etapa, sólo 55 consiguen cruzar la meta. Battistini es primero en la clasificación general, con 3 segundos de ventaja sobre Anglade, 31 sobre Pérez Francés, algo más de un minuto sobre Massignan y 2 minutos y medio sobre Defilippis. Franco Balmamion en decimoprimero a casi 9 minutos de la maglia rosa. Un pelotón diezmado deberá salir un día después para recorrer los 215 kilómetros que separan Moena de Aprica, con las ascensiones al Palade, al Costalunga y al Tonale. Torriani comunica que la disputa de la etapa estará subordinada a las variaciones climáticas que puedan producirse durante la noche.
Dos días después, el 4 de junio, en una corta etapa de 123 kilómetros, el inesperado Balmamion recupera cuatro minutos en la clasificación general y pasa a ocupar la séptima plaza, a 4 minutos y 23 segundos del todavía líder, Battistini. Se llega a Pian dei Resinelli, y es el español Angelino Soler quien, a falta de 35 kilómetros para la llegada, lanza su ataque. Balmamion y el suizo Alfred Rüegg ruedan por detrás por un camino estrecho y polvoriento, mientras el grupo principal de 30 unidades va cediendo tiempo paulatinamente, dando muestras de que la fatiga acumulada en días anteriores está saliendo a la luz. No obstante, nadie comprende la actitud del equipo Legnano, que no hace nada para proteger la maglia rosa a pesar de ser el equipo con menos abandonos, con todavía ocho de sus integrantes en liza. La ventaja que tienen en la clasificación general con respecto a los escapados les da cierta tranquilidad, pero Balmamion puede acercarse peligrosamente. Soler decide esperar a sus perseguidores para realizar en compañía el tramo que conduce a la durísima última subida hacia Grignetta, donde definitivamente se destaca en solitario en busca de la victoria de etapa. Battistini sigue siendo maglia rosa, con 31 segundos de ventaja sobre Pérez Francés, 1 minuto y 18 segundos sobre su compañero de equipo, Massignan, y 2 minutos y 20 segundos sobre Defilippis, compañero de equipo de Balmamion.
Los trabajadores de carreteras trabajan a contrarreloj para que la decimoséptima etapa pueda disputarse sin problemas: serán 194 kilómetros con salida y llegada en St. Vincent, con dos subidas al Col di Joux (1640 metros), por sus dos vertientes, y otra subida al Colle Tête d’Arpy (1971 metros), intercalada entre ambas. Decenas de trabajadores excavan la montaña, transportan tierra, rellenan agujeros y depresiones y nivelan la superficie del camino que conduce al Col di Joux con gigantescas excavadoras de doce toneladas. El director de la obra, el señor Mario Besenval, piensa que “se podrá transitar por la carretera si no llueve.” Sólo los vehículos de los servicios de emergencia podrán acompañar a los ciclistas, que serán recibidos por un asfalto aún humeante.
Al finalizar la etapa Pérez Francés, que sólo cuenta con la ayuda de su compañero Julio San Emeterio ya que el resto de componentes del equipo Ferrys ya ha abandonado la carrera, se lamenta: “No lo comprendo. Han dejado salir a Balmamion y nadie ha sido capaz de neutralizar esta escapada. No iba a ser yo… Únicamente me he puesto a la cabeza del pelotón en los últimos 20 kilómetros. Está visto que cualquier día habrá que lanzar el ataque, porque aquí todos van muertos…” Un grupo de once ciclistas llega a la meta con 6 minutos y 44 segundos de ventaja sobre el grupo del líder. Son 150 kilómetros de lucha interminable, donde Battistini intenta reestablecer la situación junto a otros ciclistas bien clasificados como Baldini o Taccone, pero la primera posición cambia de dueño: Franco Balmamion, vistiendo el maillot blanquinegro del Carpano, ayudado en la escapada por sus compañeros de equipo Bailetti y Conterno, presa de la emoción, incapaz de expresar su alegría con palabras, es la nueva maglia rosa.