PRINCIPALES VICTORIAS
- Milano-Sanremo: 1911
- Paris-Bruxelles: 1907
- Tour de France: 1911 - 8 etapas
- Giro di Lombardia: 1907
OTROS RESULTADOS
- Milano-Sanremo: 1907 (2º), 1912 (2º)
- Paris-Roubaix: 1912 (2º)
- Tour de France: 1907 (2º), 1909 (2º), 1913 (2º), 1910 (3º), 1912 (3º)
Gustave Garrigou (1884-1963)
Al finalizar su victorioso Tour de Francia de 1911, uno de los más duros de la historia debido a la inclemente ola de calor bajo la que se disputó prácticamente en su totalidad, Gustave Garrigou no está plenamente satisfecho con el desarrollo de la carrera: “Lo que lamento este año es no haber podido vencer a la coalición de los Petit-Breton, Lapize, Faber… Petit-Breton fue víctima, en la primera etapa, de un estúpido accidente que pudo costarle perder un ojo… Lapize ha pagado los esfuerzos que ha tenido que hacer a lo largo del año y ha abandonado… En cuanto a François Faber, su musculatura de atleta no se ha adaptado a una prueba en la que hemos sufrido tanto calor.”
Los tres ciclistas que cita Garrigou, ganadores del Tour de Francia, fallecieron pocos años después en el trascurso de la Primera Guerra Mundial: Faber murió en el campo de batalla en 1915; el avión que pilotaba Lapize fue abatido por un biplano alemán en 1917; y Petit-Breton, conductor de automóviles del Estado Mayor, sufrió un accidente de circulación en el frente que le costó la vida, también en 1917. Y aunque ninguno de los tres tuvo influencia en el devenir del Tour de 1911, hubo otro ciclista que, a pesar de que ya había abandonado la carrera, sí fue determinante en la décima etapa entre Luchon y Bayonne: presuntamente, François Lafourcade.
18 de julio de 1911. Cuando ya se llevan disputadas nueve etapas, se revisa la clasificación general, según dicta el artículo 28 del reglamento del Tour. Al ser la clasificación general establecida por puntos, los puntos logrados por aquellos ciclistas que hayan abandonado pasarán a aquellos que todavía siguen en carrera. Cada una de las etapas disputadas hasta el momento tendrá una nueva clasificación. Después de la revisión, Gustave Garrigou encabeza la clasificación con 26 puntos, seguido muy de cerca por Paul Duboc, con 33. Duboc, que viene de imponerse en las etapas octava y novena, en gran forma, supone una seria amenaza para Garrigou. Faber, con 56 puntos, ya está muy alejado. La décima etapa, de 326 kilómetros, con salida a las 3 horas y 30 minutos de la madrugada, y que contará con las ascensiones a los puertos pirenaicos de Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Soulor, Tortes y Aubisque, se presume decisiva.
El pelotón aborda de salida la subida al Peyresourde y el primer control volante se efectúa en Arreau, poco antes de iniciar la subida al col d’Aspin. A las cinco de la mañana, y a falta de casi 300 kilómetros para Bayonne, Paul Duboc ya ha tomado la iniciativa y marcha en cabeza en compañía de Émile Georget y Ernest Paul. Garrigou forma parte de un pequeño grupo que rueda a tres minutos de un Duboc desenfrenado que insiste y consigue aumentar su ventaja. Tras encadenar Aspin y Tourmalet, Duboc aventaja a Garrigou en casi diez minutos a su paso por Barèges, cuando todavía restan 244 kilómetros para la meta. Así lo describe Henri Desgrange: “En el Tourmalet, Duboc irradiaba brío, soltura y facilidad. Ha dejado donde y cuando ha querido a Ernest Paul y, posteriormente, a Georget. Sus bielas giraban sin esfuerzo, en un movimiento armonioso y grácil; su busto no estaba contorsionado; ningún movimiento desentonaba, subía con una facilidad desconcertante un puerto excesivamente duro.”
El control fijo de Argelès-Gazost recibe las firmas de Duboc y Georget, que inician juntos la subida al Soulor, a través del cual llegarán al Aubisque. Es quizás la mayor dificultad de la jornada, también la última, con una cima situada a unos 180 kilómetros de la llegada a Bayonne. Duboc está poniendo en jaque el liderazgo de Garrigou en el Tour de Francia. Una mano amiga le ofrece un bidón que Duboc no duda en pimplar poco tiempo después. Duboc cruza la meta de Bayonne en 17 horas y 13 minutos, en la posición 21, casi cuatro horas después del ganador de la etapa, Maurice Brocco, y a más de tres horas del segundo clasificado, el afianzado líder Gustave Garrigou.
Un año después. Tras el Tour de Francia de 1912, la Comisión Deportiva de la Union Vélocipédique de France tiene sobre la mesas dos incidentes que considera como faltas graves en caso de haberse producido. Ambos incidentes podrían haber alterado la clasificación de los independientes y, por tanto, abre una investigación. En el primero se denuncia que el ciclista italiano Ottavio Pratesi y el Señor Valat, representante de Automoto, habrían firmado un contrato en el que se prometía una suma de dinero al corredor italiano en caso de que se dejase ganar por el ciclista Jules Deloffre y terminase segundo en la clasificación general de independientes. En el segundo se denuncia que, a través del ciclista François Lafourcade, acusado de sabotear la bicicleta del italiano, se trató de impedir que el ciclista italiano Ottavio Pratesi finalizase el Tour de Francia, lo que anularía el contrato anterior.
Pratesi alega que firmó el contrato en cuestión para poner fin a las numerosas proposiciones que recibió bajo diferentes formas y para cubrirse de las medidas criminales de las que podía haber sido objeto (enganchones voluntarios, caídas organizadas…). Pratesi tuvo que devolver los 2200 francos recibidos, que fueron destinados a Oficinas de Beneficencia de París, y fue suspendido durante un año, aunque se pudo beneficiar del suspenso del castigo temporal debido a las circunstancias atenuantes.
Peor suerte corrió François Lafourcade tras las correspondientes pesquisas. Aunque François siempre lo negó sistemáticamente, la investigación concluyó que ofreció 300 francos al mecánico de Pratesi, Renard, si era capaz de deslizar ácido clorhídrico por los rodamientos de la bicicleta del italiano. No consiguiendo sus propósitos, ofreció 200 francos al francés Émile Druz si conseguía intercalarse en la clasificación entre Deloffre y Pratesi. Numerosos testimonios también parecen apuntar a Lafourcade como el autor de un corte de sierra en la parte inferior del cuadro de la bicicleta de Pratesi, justo delante del eje del pedalier. Un dependiente de una ferretería le identificó por su constitución física y por su fuerte acento meridional como el presunto comprador de una sierra para metales en la víspera de la última etapa del Tour de Francia. Al parecer también se hizo con una llave maestra en una cerrajería. Lafourcade fue descalificado de por vida.
Cinco años más tarde. Lafourcade fallece al estrellarse su bombardero durante un aterrizaje, tras un reconocimiento en la Costa de Albâtre, cerca de Le Havre. Su hermano Ferdinand, también ciclista, al finalizar la guerra, le rindió homenaje a lo largo del tiempo, acudiendo cada año al lugar del drama. Nunca pudo superar la muerte de su hermano y en septiembre de 1927 dejó una carta de despedida a su esposa y se suicidó con un revólver en el mismo lugar en el que su hermano había fallecido diez años antes.
Es a partir de la muerte de François Lafourcade cuando sale a la luz su presunta implicación en el envenenamiento de Paul Duboc en la gran etapa pirenaica del Tour de 1911. Lafourcade, a título póstumo, tuvo que cargar con el mochuelo de la dispepsia de Duboc. Instalado en Boulogne-Billancourt, Lafourcade se había especializado en la fabricación de brebajes de ocultos ingredientes que distribuía a solicitud del demandante y pagador. Voluntariamente o por incompetencia como alquimista, Lafourcade había beneficiado a Gustave Garrigou, sobre cuyo director, Joseph Calais, recayeron inicialmente las sospechas del envenenamiento.
Henri Desgrange relata cómo se topó con Duboc en el Aubisque: “Me lo encontré en una curva, con unas espantosas arcadas, pálido, preso de las náuseas, con una diarrea terrible y con dolorosos vómitos. Georget me dijo que había pasado una noche excelente, y que atribuía su indigestión a la comida con la que se había avituallado en el control de Argelès. Todos los coches oficiales de la carrera se pararon lamentándose delante de Duboc. Se le dio en vano un poco de alcohol de menta. Yo mismo pude olfatear un bidón que tenía a su lado y no me pareció percibir el olor del té.”
Una semana más tarde, el pelotón ciclista debe pasar por Rouen, ciudad natal de Duboc. Los rumores sobre un posible recibimiento hostil hacia Garrigou se instalan en los círculos oficiales del Tour. Garrigou, asustado, pidió protección a Desgrange. Pasó por Rouen sin sufrir ningún percance, aunque con un maillot diferente al habitual, con su bicicleta repintada de negro y con el dorsal oculto. Garrigou reconocerá días después, ya con el Tour en su bolsillo, que Duboc fue un incordio para él durante toda la carrera: “Mi camarada Duboc me ha acechado sin descanso y apenas me ha dado un respiro. He llegado a odiarle por no haberme dejado descansar mientras sufríamos esa temperatura senegalesa. Ha hecho una carrera magnífica, y soy feliz al decirle ahora que ha sido mi pesadilla durante casi todo el tiempo que ha durado la prueba. Lo que deseo ahora es continuar y probar que el vencedor del Tour de Francia de 1911 es el hombre que debe ser.”
La Primera Guerra Mundial, en la que combatió como artillero, acabó con la carrera ciclista de Garrigou, que pudo sobrevivir a la contienda.