PRINCIPALES VICTORIAS
- Tour de France: 1935 - 4 etapas
OTROS RESULTADOS
- Ronde van Vlaanderen: 1939 (2º)
- Paris-Roubaix: 1936 (2º)
ROMAIN MAES (1912 - 1983)
12 de abril de 1936, París-Roubaix
Lucien Cazalis, juez de llegada y trabajador a sueldo del diario L’Auto, se encuentra encerrado en una cabina sobreelevada unos tres metros por encima de la línea de llegada del suelo del Hipódromo de Flandes, lejos de los 35 centímetros que serían recomendables para observar con ciertas garantías el punto de tangencia de la rueda con un plano vertical imaginario en el momento en el que dicha rueda cruza la línea de meta. En un esprint tremendamente igualado dos corredores se acercan a gran velocidad, el belga Romain Maes y el francés Georges Speicher. Cazalis ve cómo los dos ciclistas cruzan la línea.
Las fotografías de la época muestran que, después de haber traspasado la línea, Maes va por delante. En alguna incluso se ve que cuando la rueda de Speicher está sobre la línea, la rueda de Maes ya la ha sobrepasado… La cuestión es saber cómo se encontraban alrededor de 50 centímetros antes, teniendo en cuenta que la circunferencia de una rueda es aproximadamente dos metros. En una época en la que ya existe la fotografía o el cine al ralentí, que se utiliza con éxito en algunas carreras de caballos y permite obtener un documento irrebatible seis o siete minutos después del evento, sorprende que el ciclismo siga anclado en la infalibilidad del ojo del juez de llegada.
Cuando la prueba está a punto de ponerse en marcha, son siete los años que llevan sin ganar los franceses, y su última victoria se retrotrae a 1928, cuando venció André Leducq. Siempre derrotados por los belgas, los franceses achacan esas derrotas a la mala suerte… En 1930 Maréchal fue descalificado acusado de provocar una caída poco antes de llegar en solitario a Roubaix, en un incidente que nunca fue realmente esclarecido; en 1933 Antonin Magne acompañaba en el grupo de cabeza a Vervaecke y Sylvère Maes cuando sufre una caída; en 1934 Lapébie también se impone, pero es descalificado por cambiar de bicicleta después de sufrir un pinchazo; en 1935 Leducq sufre un pinchazo cuando acompañaba a Rebry a pocos kilómetros de Roubaix, siendo mucho más rápido que el belga…
El llamado “affaire Maréchal” fue el caso que más dolió a los aficionados franceses. Maréchal, excampeón de Francia amateur, desposeído de su título por percibir emolumentos, que además también se ganaba la vida trabajando como modelo para marcas de cigarrillos o de fijadores de cabello, recibe la ayuda de un pequeño comerciante de bicicletas llamado Colin, que decide equiparle para que participe como independiente en la París-Roubaix de 1930, poco después de que Maréchal hubiese abandonado el equipo Dilecta por percibir menos dinero de lo estipulado en su contrato. Maréchal, de 20 años, y el belga Vervaecke, perteneciente al equipo Alcyon, encabezan la prueba a falta de 65 kilómetros para Roubaix, con un fuerte viento frontal. El galo siempre reiteró su inocencia: "Después de atravesar un tramo de pavés sólo Vervaecke seguía detrás de mí. Convenimos no pelearnos por las primas. Una para ti, una para mí, se la lleva el que esté en cabeza en ese momento, sin pelearnos. En Hénin-Liétard había una buena prima y él no cumplió su promesa e intentó apropiársela. Me enfadé, le alcancé y le dejé. Un poco más tarde sentí que mi neumático estaba un poco bajo. Romain Bellanger, en su primer año como director deportivo, me aconsejó simplemente inflarlo. Vervaecke me pasó entonces, pero pude alcanzarle rápidamente. Estábamos a 45 kilómetros de Roubaix, y el pelotón estaba a cinco o seis minutos. Su director deportivo, Ludovic Feuillet le dio la orden de no cooperar más. Vervaecke no sólo no me ayudaba sino que además silbaba regodeándose. Después me atacó dos veces. En la primera le alcancé rápidamente, pero en la segunda opté por seguirle a distancia intentando fatigarle, ya le cogería cuando me interesase. Pero los periodistas, los reporteros, me animaron a arruinar rápidamente su intento. Vencido por la euforia, por esos gritos y por esos ánimos, le neutralicé. A falta de cinco o seis kilómetros para la llegada se presentó una carretera estrecha, mal asfaltada. Sentí a mis espaldas que Vervaecke me iba a atacar utilizando la acera. Soy un poco acróbata y para mí poner las dos ruedas al mismo tiempo sobre una acera, aunque el bordillo sea muy alto, es un juego de niños. Como la acera tampoco era muy ancha Vervaecke y yo nos tocamos la espalda. Desequilibrado, se cayó a una zanja; dudé un momento pero seguí, yo no era responsable ni del enganchón ni de la caída. El camino era estrecho y acabábamos de girar, nadie pudo ver lo que pasó.”
Vervaecke y su director, Ludovic Feuillet, reclamaron y pidieron su descalificación. Los comisarios, sin seguir los cauces reglamentarios que establecían necesaria una entrevista de los afectados con una comisión de la Union Vélocipédique de France, decidieron desplazar a Maréchal a la segunda plaza, otorgando la victoria a Vervaecke. “El reglamento indicaba que si la falta estaba autentificada yo debía haber sido descalificado. Fui víctima de una injusticia.”
Una vez finalizada su carrera deportiva, Vervaecke se hizo cargo de un restaurante en Menen, fronteriza ciudad belga. El local de Vervaecke fue asaltado en mayo de 1940 por soldados británicos y polacos en busca de suministros, pero se negó a cumplir las órdenes de los ingleses, que también le instaron a evacuar su propiedad. Fue arrestado y conducido a Roncq, donde estaba instalado el Estado Mayor del ejército británico. Julien Vervaecke desapareció poco después, y su cuerpo fue encontrado un año más tarde en el trascurso de una exhumación realizada en el parque de un castillo de Roncq, cerca de Tourcoing. La investigación concluyó que había sido fusilado por un pelotón de ejecución británico.
Romain Maes y Georges Speicher forman parte de los 155 ciclistas que toman la salida neutralizada en Faubourg Montmartre a las 7 horas y 40 minutos. Los ciclistas atraviesan el bulevar Haussmann, el bulevar Malesherbes, la avenida de Villiers… Llegan a Argenteuil a las 8 horas y 35 minutos… Finalmente, con 262 kilómetros por delante, se da la salida real a las 9 horas. Poco antes de las 9 y media, al paso de los corredores por Pontoise, la nieve empieza a caer con fuerza. En el descenso del Bois de Molle, kilómetro 50 de carrera, los corredores atraviesan una carretera cubierta por dos centímetros de nieve.
Un frío gélido acompaña a los corredores durante gran parte del recorrido. En Amiens, kilómetro 138, cada equipo tiene reservado un espacio para avituallar a sus corredores… Los pintores de la ciudad escriben sobre el pavimento sus nombres: Alcyon, Mercier, Dilecta, Helyett, France Sport, Colin, Delangle… Sus trabajos serán borrados por la nieve antes de la llegada de los ciclistas… El frío, el viento glacial, el granizo y los pinchazos provocan abandonos en masa y ya sólo quedan en competición 60 hombres.
A mediodía vuelve a caer otro chubasco de nieve, pero el sol sale con fuerza una hora más tarde, al paso del pelotón por Doullens, kilómetro 158 de carrera. Romain Maes impone un fuerte ritmo en cabeza de pelotón, recobrando el estado físico que le hizo ganar el Tour de Francia un año antes.
Después de pasar Arras, kilómetro 190, con la llegada de los primeros pavés, es el también belga Gaston Rebry quien toma el mando de la carrera. Uno a uno van desapareciendo todos sus rivales: Berty pierde contacto; el enemigo número uno de los belgas, Archambaud, pincha, y nadie remonta un cambio de neumático en la París-Roubaix si Rebry pone el ritmo en el pavés; Hardiquest pincha; Kaers pincha; Cornez, Sylvère Maes, Bonduel, Billiet, Deloor, Buttafocchi, Van de Pitte, Decroix… todos van perdiendo terreno. El único que puede volver al pequeño pelotón tras un pinchazo es Romain Gijssels, que remolca a Rossi, que fatigado vuelve a perder comba. Verlinden pincha; Hendrickx pincha; Wauters debe cambiar su rueda. Romain Gijssels, acusando su primer retorno, se descuelga. Sólo quedan en cabeza Romain Maes, Georges Speicher y el devastador Gaston Rebry, que mueve el 49x18 con una facilidad asombrosa.
Speicher declara tras la llegada que “yo vigilaba a Rebry, el especialista incontestable de la París-Roubaix. Veinte kilómetros antes de Roubaix, Rebry, en un salto loco, ha subido a la acera con las dos ruedas al mismo tiempo. No me he atrevido a imitarle y he perdido 30 metros antes de encontrar un canal que me ha permitido subir el bordillo. Tengo la neta impresión de que ha sido tapando ese hueco cuando he ganado la París-Roubaix. En el esprint me he lanzado demasiado pronto y, sobre todo, demasiado confiado. Estaba seguro de que iba a batir al esprint a Romain Maes y a Rebry. A veinte metros de la llegada he sentido llegar a Maes a mi altura, y he forzado al máximo. Estábamos juntos, creo, a diez metros de la meta. Es entonces cuando, literalmente, he lanzado mi bicicleta sobre la línea, levantándome. He conservado veinte centímetros de ventaja. Pero como me había levantado, Romain me ha pasado dos metros después de cruzar la línea, lo que ha podido crear confusión en el ánimo de los espectadores que no se encontraban justo sobre la línea de llegada.”
Lucien Cazalis no tiene ninguna duda: “Speicher ha ganado por muy poco, pero ha ganado. Si hubiera habido algunos metros más, Romain se habría impuesto, pero Speicher ha pasado primero delante de mis ojos. Además, en la cabina estábamos cinco personas. Si se les pregunta a ellas seguramente dirán que el ganador ha sido Speicher. Maes puede reclamar, está en su derecho, pero tengo la conciencia tranquila, estoy seguro de que Speicher ha ganado.”
“¡He sido yo el que ha ganado!”, exclamó furioso Romain Maes cuando conoció el resultado oficial final.